Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso, acudió al programa de televisión La mañanas de Cuatro con una estrategia clara: comparar la apología del fascismo y de la dictadura de Franco con el apoyo a la Segunda República. Ante la insistencia del presentador para que contestara a la pregunta de si aboga por expulsar a los jóvenes de Nuevas Generaciones (NNGG) que muestren símbolos franquistas, Hernando perdió los papeles y acabó diciendo que 'las consecuencias de la Segunda República llevaron a un millón de muertos'.
El argumento no es nuevo. A la hora de justificar la Guerra Civil, que acabó en genocidio, diversos políticos conservadores, como Esperanza Aguirre o Manuel Fraga, así como historiadores neofranquistas, han utilizado como argumento el fracaso de la II República. 'La II República fue un auténtico desastre para España y los españoles', escribió Aguirre en un artículo publicado en ABC. Fraga fue aún más lejos y en una entrevista concedida a El País en el año 2007 señaló: 'Pero los muertos amontonados son de una guerra civil en la que toda responsabilidad, toda, fue de los políticos de la II República. ¡Toda!', dijo.
Para aclarar esta cuestión y con la intención de evitar que a base de repeticiones se pueda terminar convirtiendo en verdad, Público ha contactado con cuatro historiadores de reconocido prestigio en el campo de la historiografía de la Guerra Civil repitiendo una única pregunta: ¿Quién fue el responsable del millón de muertos de la Guerra Civil? Estas son sus contestaciones.
Julián Casanova
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza
La Guerra Civil es resultado de un golpe de Estado y de una sublevación militar. Sin ese golpe de Estado habrían pasado muchas cosas pero nunca se hubiera abierto una Guerra Civil. No se puede decir nunca que la República provoca un millón de muertos. Primero porque la Guerra Civil cuenta 600.000 muertos más 50.000 asesinados después de la guerra por el régimen. De esos 600.000 muertos, 130.000 son asesinados en las zonas controladas por los rebeldes y unos 55.000, en la zona republicana. El resto muere en el frente de batalla.
Además, la República, que llega por un proceso de elecciones libres, no tiene ningún plan de exterminio. A la República, como dice Azaña, le obligan a hacer una guerra. Es obvio que por abajo hubo un sector de gente que aprovechó la situación para tratar de eliminar al que consideraba su enemigo, pero la República paró esa dinámica en diciembre de 1936 y eso se puede ver perfectamente en el registro de defunciones. En bando franquista, sin embargo, las voces dirigentes, incluidas la Iglesia católica, defienden hasta el final el exterminio del contrario. Las fuentes históricas son muy claras respecto a este tema, pero este país nunca ha tenido educación histórica en las aulas y la educación política es como es.
Mirta Nuñez
Directora de la cátedra de Memoria Histórica de la Universidad Complutense de Madrid
El señor Hernando ha bebido de leyendas franquistas. Por varios motivos. Como ya está más que demostrado, nunca hubo un millón de muertos aunque evidentemente la guerra fue sangrienta, terrible y triste. Lo que debería saber el señor Hernando es que lo que causó la guerra fue un golpe de Estado encabezado por militares insurrectos que tenían en su cabeza al general Mola y al general Franco. Por tanto, al millón de muertos, como él dice, se les puede poner cara. Cabe decir también que la República fue el primer régimen democrático de España.
Fue el primero en salir de unas urnas limpias y el primero en llevar una reforma progresista del Estado en forma de revolución burguesa, tantas veces frustrada en España. Además, fue una reforma que se intentó hacer desde la ley y el Parlamento por lo que fue un proceso mucho más lento de lo que hubieran querido muchos sectores sociales. Las investigaciones han mostrado también como los llamados rebeldes, de modo frecuente, elaboraban en pueblos y ciudades listas de miembros de partidos políticos o sindicatos dando lugar a una brutal represión, a veces legal y otras veces irregular. No hay que olvidar que los enemigos de los insurrectos no eran sólo los partidarios del marxismo sino también los demócratas. El odio de los insurrectos hacia la democracia se puede probar.
José Luis Ledesma
Historiador e investigador. Coautor de Violencia roja y azul
Las declaraciones de Hernando lo retratan mejor que una descripción. El problema es que no se le debería prestar ninguna atención si no fuera por el cargo que ostenta. Desde un punto de vista histórico, político y moral, sus declaraciones son aberrantes. Sus declaraciones, además de falsas y contrarias a un 99% de los historiadores, son aberrantes moralmente. Si tenemos que discutir sobre quién causó 'el millón de muertos' no son los republicanos sino los que provocaron la Guerra Civil, es decir, una parte del Ejército español que se sublevó contra la legalidad, contra un Gobierno legítimamente constituido y el fracaso de ese golpe de Estado provocó la guerra.
La única participación de la República en aquella guerra fue defenderse. Sus afirmaciones muestran como una parte del Partido Popular utiliza aún hoy argumentos rancios que proceden de la propia propaganda del régimen franquista. Sus declaraciones son tan aberrantes como decirle a Alemania que la República de Weimar provocó el holocausto judío. Lo más grave es que su afirmación busca absolver de cualquier tipo de responsabilidad al otro bando y justificar la Guerra Civil.
Francisco Sánchez Pérez
Profesor Historia Universidad Carlos III. Coordinador de  Los mitos del 18 de julio
Las declaraciones de Hernando responden a un patrón habitual de mezclar la Guerra Civil y la República. Esta es una manera frecuente de deslegitimar la democracia que hubo en este país antes de Franco, es decir, la República. La Guerra Civil es producto de un golpe de Estado militar que contó con el apoyo de civiles de extrema derecha. De todo esto, la República no tiene ninguna culpa. En otros países hubo tensiones similares y no se resolvieron con un golpe de Estado ni una Guerra Civil. En España tenemos el problema de quién ganó la Guerra Civil.
Mientras en Europa las democracias liberales y el comunismo ganaron al fascismo, en España, la Guerra Civil la ganó el fascismo doméstico. En Europa no puedes hacer símbolos nazis, aquí hasta dirigentes de NNGG se hacen fotos con símbolos fascistas. Este es un problema histórico que tenemos en este país. La derecha española tiene el problema de que reivindica la derecha antiliberal que existió durante la República, la derecha de Gil Robles o Calvo Sotelo. No citan a Alejandro Lerroux o Alcalá Zamora. Beben de la derecha más extrema. La República tuvo sus problemas, pero los muertos tienen que ver con los que estaban en contra de la República y no aceptaron el juego democrático. Su argumento es completamente insostenible. El problema de todo esto es que la frase la ha dicho el portavoz adjunto del Congreso del PP. Estaría bien saber qué libro de referencia sobre la República y la Guerra Civil tiene Hernando. Sería interesante ver qué ha leído sobre el tema. Esta es una incógnita que ocupa muchas conversaciones entre los profesores.

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 Mi pensamiento acerca de quienes fueron los responsables de la Guerra Civil española
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Por preguntas al respecto de la serie de artículos acerca de la Guerra Civil Española, considero oportuno publicar aquí varios párrafos, a los que he añadido otros ya escritos en "El Manifiesto Comunista y Jose Antonio Bru" y "España no era demócrata en 1936".  Con ellos queda clara mi postura sobre los responsables del conflicto. ...............................
Jose Antonio Bru Gómez
Mi pensamiento:
Los culpables de la guerra civil, a corto plazo, fueron unos políticos ciegos y  algunos escritores-ideólogos de la izquierda,  en su violento afán de obligar a los españoles a la homologación política, social y económica con el régimen de la Unión Soviética, en franca expansión en Europa Continental y que desde la subida al poder absoluto de Stalin no sólo se habían anulado los derechos fundamentales del hombre sino que asesinaba a los sacerdotes ortodoxos (entre 1927 y 1940, fecha en la que se doblegó la Iglesia Ortodoxa rusa fueron asesinados cerca de cien mil sacerdotes y cerradas casi todas las iglesias).
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El proletariado, que vivía en la miseria sentía que no sólo eran un fiasco las promesas realizadas por la Segunda República, aumentadas al ser llevado el frente Popular a la dirección de la nación, sino que con ella su situación había empeorado. Las ilusiones forjadas por las disposiciones formuladas por los políticos, al fallar se convirtieron en el caldo de cultivo de una lógica reacción muy violenta del proletariado, que recondujo su extrema pobreza y desesperanza en odio hacia las instituciones tradicionales españolas. Sentimiento acrecentado por el fracaso revolucionario y consecuente represión de octubre de 1934.
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Sin embargo, a medio y largo plazo, los culpables fueron los políticos de la monarquía y los dirigentes del capital, expresión de una derecha de corte feudal, poseedora del patrimonio nacional, con riquezas procedentes de latifundios "tomados" en su día o de privilegiados negocios, dentro o fuera de España, realizados con esclavos o trabajadores mal pagados o esclavizados. La lógica reacción proveniente del alma y falta de patrimonio de las clases desfavorecidas, fue fácil presa de los demagogos estalinistas. La justicia social brillaba por su ausencia. El miliciano violento estaba" servido".
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Esa élite en el poder, monopolizadora perenne, colaborando con la mezquindad de una burguesía capitalista a su servicio,  empobrecieron y envilecieron durante décadas, y siglos, a un pueblo español rebosante de mansedumbre ciudadana y carente de las libertades y los derechos básicos del hombre. Un pueblo que había ido a morir en las imperialistas guerras en ultramar para defender derechos del capital caciquil, y recientemente en Marruecos. El desastre de 1898, el Barranco del Lobo, la Semana Trágica, Annual y Monte Arruit marcan un límite de lo que puede soportar un pueblo que se ve abocado a defender posturas agresoras imperialistas marcadas desde el poder apelando a la falaz idea del patriotismo.

Aquella sociedad elitista y reaccionaria situó a un pueblo, sobrado de miseria económica y cultural, en manos de unos mamarrachos que iban a transportar a toda la nación al "paraíso socialista" predicado por Stalin,. Para lograr tal proyecto,  desde la cúpula del partido socialista, formalizaron una revolución en septiembre y octubre de 1934. Falló la cruenta sublevación. Entonces, la sovietización comenzó a aplicarse tras la legalidad y la maniobra de la Komintern al crear el Frente Popular.
Si en este retorcido espectro social, añadimos la bipolarización existente en el continente europeo, fascismo-estalinismo, debido al fracaso de las democracias capitalistas antisociales de la época, obtendremos sin lugar a dudas, el estallido de unas fuerzas reprimidas, tanto las vinientes desde hacía décadas o de otras presentes que veían peligrar sus firmes creencias religiosas y sus patrimonios.

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 Por su parte, el pontevedrés José Calvo Sotelo (fundador del Bloque Nacional, grupo parlamentario que englobaba a varios pequeños partidos, y que había obtenido la plaza de diputado en Cortes siendo miembro de Renovación Española), expresó que "España vive sobrecogida (...) por todas partes, desorden, pillaje, saqueo, destrucción". 
Calvo Sotelo denunció, durante una controversia que sostenía con Casares Quiroga: "Se está desatando en España una furia antimilitarista que tiene su arranque y origen en Rusia y que tiende a minar el prestigio y la eficacia del Ejército español". Palabras que están en consonancia con las pronunciadas para defender la reciente actuación del ejército: "en Asturias se ha asesinado y torturado por cientos a hombres indefensos. Se ha robado, se ha incendiado". Pasionaria, entonces, gritando sin tener turno oratorio, advirtió a Calvo Sotelo que era la última vez que hablaba en el Congreso, exclamó: "Este es tu último discurso" o "Este hombre ha hablado por última vez". (Frase recogida por los asistentes y que no tiene que constar en el Diario de la Sesión. Las dos versiones que circularon de inmediato son esencialmente iguales).


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