ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

lunes, 17 de octubre de 2011

Video de la inaguración de Carlos Bermejo



Videospalmeral.Alicante

ALOCUCIÓN DE LUIS BARCALA
Solo la luna sospecha la verdad
Muy buenas tardes, y gracias por asistir a la inauguración de esta nueva ‘Exposición Bienal Bermejoniana’ (permítanme la impronunciable expresión para describir la ya tradicional exposición individual con la que Carlos Bermejo nos obsequia cada dos años).

En ocasiones anteriores ya he tenido la oportunidad de pronunciarme sobre el estilo Neorromántico de Carlos Bermejo, de los planos de expresión de su pintura, de los sentimientos encerrados en sus cuadros, de tantas cosas -en suma- que hasta hoy creía haber desmenuzado concienzudamente su pintura, hasta el punto de que, cuando Carlos me propuso presentar esta nueva exposición, lo primero que pensé es que ya solo me quedaba por hablar de los marcos que le pone a sus cuadros, de su resistencia y de su ligereza.

Sin embargo, y como siempre he hecho anteriormente, quedé con el Maestro para ver no solo los cuadros que iba a colgar, sino toda su prolífica obra reciente. Y, como siempre, el Maestro volvió a sorprenderme de nuevo.

Desde que Carlos Bermejo se declaró marinista militante y radical, renunciando a cualquier otra temática, cierta duda surgió en mí relativa a si el pintor, dada su sorprendente capacidad de trabajo, podría dedicarle años y realizar posiblemente miles de cuadros, constreñido a un único tema: las marinas. Sin embargo, Carlos Bermejo ha demostrado que las marinas es una temática inagotable reinventándose constantemente: suaves playas con mares en calma, tortuosas tormentas barriendo con furia la costa, atardeceres y amaneceres y, algo que me ha llamado poderosamente la atención últimamente, las marinas nocturnas.

¿Por qué, en mi humilde opinión, el maestro Bermejo extiende hoy sus mejores pinceladas cuando pinta marinas nocturnas? Tiene que haber una clave interior que lo explique y eso, al menos, es lo que he venido sosteniendo respecto a su pintura. Sé que esta exposición recoge marinas de factura muy diversa, pero son las nocturnas las que me han motivado estas reflexiones.

El anochecer, el preludio de la noche cerrada, ‘al naufragar el día’ que poéticamente describiría Pedro Salinas[1] en una imagen singularmente acertada, dice adiós a lo externo y a lo evidente, a lo claramente iluminado
por la luz diurna, para dar paso a lo interior, a lo oculto, a lo que debe adivinarse o intuirse. Carlos Bermejo miró primero al mar; después, sus ojos se dirigieron al horizonte y fueron alzando la mirada a cielos cargados de nubes. Hoy, ahora, Carlos Bermejo entorna los ojos y empieza a mirar hacia dentro. Por eso sus marinas se hacen nocturnas y solo existe un único foco de luz: la luna.

Su pintura adquiere así nuevos matices, y culmina en dos nuevos aspectos a destacar:
- Una superior depuración técnica al abordar la misma temática desde el monocromatismo que le proporciona la noche. La extensísima paleta de Carlos Bermejo no se echa de menos cuando, entre el blanco y el negro, despliega matices insospechados, texturas que solo él es capaz de imaginar.

- Pero si Carlos Bermejo no decepciona nunca técnicamente, es el aspecto íntimo del mar de noche el que, creo, refleja mejor el simbolismo de una pintura en la que él mismo se plasma y se refleja.

Y es el simbolismo el que lo sujeta a ese estilo Neorromántico en el que el maestro Bermejo se desenvuelve como pez en el agua. Si entonces los Románticos eran contrapunto del inicio de la Era Industrial, Carlos Bermejo y su neorrealismo son el contrapunto a esta Revolución Tecnológica que hoy vivimos: no se deja seducir por logros humanos y la Naturaleza, representada en sus marinas, constituye el único milagro del que cabe asombrarse, hasta el punto de que el hombre, prácticamente inexistente en su pintura, queda empequeñecido por su entorno, aplicando a rajatabla los versos de Vicente Alexandre:

Solo la luna sospecha la verdad
Y es que el hombre no existe[2]

Llegados a este punto, y abusando de mi condición de presentador de esta Exposición, me atrevo a lanzar un guante en forma de reto pictórico a Carlos Bermejo: que vuelva su mirada, solo de vez en cuando, a tierra firme. Me intriga como trataría, ahora, después de años, después de una indudable evolución, otros temas.
Mi más sincera enhorabuena a Carlos Bermejo, y mi más profundo agradecimiento por este regalo.
Luis Barcala Sierra - 2011

[1] Pedro Salinas, “Nadadora de noche, nadadora - Razón de Amor”, 1936
[2] Vicente Alexandre: ‘No existe el hombre – Mundo a solas”, 1950.