ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

martes, 23 de mayo de 2017

El país más rico del mundoEE.UU., tiene más de 40 millones de pobres. Y mayores desiguldades.




Nunca se vio con tanta claridad el verdadero rostro de Donald Trump. Bajo la promesa de restaurar el sueño americano, su Administración presenta este martes su gran proyecto de presupuesto. Un plan de 4,09 billones de dólares (3,6 billones de euros) para 2018, que solo permite el aumento de las partidas destinadas a defensa y seguridad nacional, incluyendo el muro con México, pero que propone recortes de tal magnitud (3,6 billones de dólares, 3,2 billones de euros, en una década) que dejarán los programas sociales y sanitarios para los más desfavorecidos al borde de la asfixia.


Bautizado con el ampuloso nombre de Nuevo Fundamento de la Grandeza Americana, el presupuesto exhibe tanto esa ambición torrencial que caracteriza al presidente de Estados Unidos como sus prejuicios. Los inmigrantes sin papeles, los desfavorecidos y sus hijos, la población subsidiada y hasta los discapacitados pasan por la guillotina contable. Ya no se trata solo del recorte del Obamacare, la reforma que amplió el seguro médico a 20 millones de estadounidenses, sino de la caída de los grandes programas que han logrado dar estabilidad a una sociedad con más de 40 millones de pobres.


Pese a que este diseño implica una caída fuerte en la recaudación (dos billones en 10 años, según Tax Foundation), el presidente y sus consejeros confían ciegamente en que la rebaja impositiva detonará un crecimiento tan poderoso que compensará las arcas públicas y elevará la economía americana a su máxima potencia. Es la curva de Laffer. La teoría que, desde su enunciado en 1974, ha extasiado a los liberales de todas las galaxias pero que nunca ha superado la barrera de los hechos, y que, en el caso de la actual economía estadounidense, con un crecimiento medio en los últimos 10 años del 1,3%, parece muy alejada de cualquier meta realista.

A las dudas sobre la sostenibilidad del presupuesto se añade su polémica configuración ideológica. En consonancia con las promesas electorales, Trump apuesta por la seguridad. La partida militar aumenta un 10% (54.000 millones) y permite sumar 56.400 soldados al servicio activo, así como adquirir 84 aviones de combate y 8 naves de guerra. También se refuerzan las fronteras con 2.600 millones para tecnología y nuevas infraestructuras. Entre ellas, el denostado muro con México al que se destinan 1.600 millones (1.423 millones de euros).
Frente a este fortalecimiento de la seguridad, la guadaña cae con fuerza entre los más débiles. Trump propone una reducción de 800.000 millones en 10 años de los fondos destinados a la cobertura sanitaria para los pobres (Medicaid). También plantea un recorte de 193.000 millones en el mismo periodo para el Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria. No es un golpe al azar. Bajo este nombre burocrático se parapeta la entrega de cartillas alimentarias para los desfavorecidos. Una iniciativa a la que en 2016 se acogieron 46 millones de personas, un 15% de la población.
El hacha también cae sobre las ayudas a familias necesitadas (21.000 millones) y el sistema de apoyos por hijo menor (40.000 millones), del que además se excluye a todos los inmigrantes sin papeles y a aquellas personas que no estén autorizadas a trabajar en Estados Unidos. “Este presupuesto lucha por reemplazar la dependencia por la dignidad del trabajo y promueve la mejora para el contribuyente americano”, se justifica el documento.
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Mientras los más necesitados se quedan sin seguro médico, un dentista mata un elefante en Zimbabue.

Hace tres meses, la muerte también en Zimbabue del león Cecil, famoso por su melena negra, provocó protestas en todo el mundo. El león, de 13 años, fue cazado por un dentista estadounidense, Walter Palmer, el 1 de julio, cerca del parque nacional de Hwange, al oeste de Zimbabue.

Zimbabue anunció el lunes que renunció a procesar judicialmente a este estadounidense puesto que "sus papeles estaban en regla" e ignoraba que cometía una infracción.

El león, de 13 años de edad, fue atraído con una presa amarrada a un vehículo como cebo para abatirlo fuera del parque, de modo que técnicamente ya no era ilegal cazarlo.

La muerte del león Cecil abrió el debate sobre la caza legal que se practica en numerosos países africanos. Tras la caza del famoso león, el Gobierno de Zimbabue prohibió la caza mayor, a excepción de algunos cotos como la zona sur del Parque Natural Hwange. Sin embargo, la muerte de animales no ha parado.
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Comecio ilegal de marfil. el dinero lo puede todo.